miércoles, 14 de noviembre de 2012

El Cosmos de los Egipcios

Observando el cielo, los egipcios veía un fondo uniforme de color azul durante el día y negro durante la noche con las mismas características que el Nilo, por lo que llegaron a la conclusión de que el cielo se componía de agua.

Este agua celestial se encontraba alrededor de la tierra y se extendía en todas las direcciones hasta el infinito con la única ayuda de la atmósfera para evitar que éste se precipitara sobre la tierra. Durante el día el sol ascendía atravesando la superficie de ese océano celestial, y tras el ocaso, cuando las estrellas salían, el sol descendía hasta una región denominada "Duat". Puesto que los egipcios se habían dado cuenta de que el sol se componía de alguna manera de fuego, creían que permanecía dentro del vacío cósmico, pero en un lugar no visible desde la tierra. Pensaban que el Duat se hallaba bajo la superficie terrestre y que era el equivalente del cielo. En la cosmología egipcia, el mundo consistía en, tal como se narra en los textos antiguos, de cielo, tierra y Duat.



La imagen egipcia del cosmos se representaba utilizando los equivalentes mitológicos de cada uno de sus elementos: Nut (la diosa del cielo) estirada sobre el cuerpo yacente de Gueb (tierra), con Shu (atmósfera) entre ambos.

Esta concepción del cosmos se refleja en muchas imágenes de los templos, las tumbas, los papiros, y los sarcófagos. Quizás una de las más claras son las encontradas en el cenotafio de Setos I (hacia 1305-1289 a.C.) en Abidos, y en la tumba de Ramses IV (hacia 1153-1146 a.C. ) en el Valle de los Reyes, donde destacan tanto por sus imágenes como por sus textos.

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